
Terapia para Adolescentes
Un espacio seguro para acompañar la etapa de cambios y desafíos
La adolescencia es una etapa de transformaciones profundas: emociones intensas, búsqueda de identidad, cambios en el cuerpo y en las relaciones. Todo esto puede generar ansiedad, tristeza, falta de motivación, inseguridad o conflictos familiares que muchas veces no se pueden afrontar solos.
En este espacio encontrarás un acompañamiento cercano y profesional, donde los adolescentes podrán expresar lo que sienten sin juicios y aprender herramientas para gestionar sus emociones, fortalecer la autoestima y mejorar sus vínculos.
También acompaño a las familias, ofreciendo recursos que les permitan entender mejor este proceso y brindar el apoyo necesario en casa. La terapia se convierte así en un camino de crecimiento, seguridad y confianza para transitar esta etapa con mayor equilibrio.
Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino una forma de cuidar tu bienestar y el de tu hijo/a.es un momento de cambios intensos, donde emociones, identidad y relaciones evolucionan rápidamente. Esta etapa puede generar incertidumbre, malestar o desafíos que no siempre son fáciles de afrontar solos.
en este espacio, encontraras un lugar seguro para que los adolescentes y sus familias encuentren el apoyo necesario, fortaleciendo su bienestar emocional y dotándolos de herramientas para afrontar esta etapa con mayor seguridad, confianza y equilibrio.
Objetivo y enfoque psicológico con adolescentes
La adolescencia es una etapa de intensos cambios emocionales, físicos y sociales que puede traer consigo ansiedad, inseguridad, tristeza o conflictos familiares.
Mi objetivo es acompañar a los adolescentes de manera cercana y profesional, ayudándolos a gestionar sus emociones, fortalecer la autoestima y desarrollar recursos personales para transitar esta etapa con mayor confianza y equilibrio.
Trabajo desde un enfoque integrador y flexible, adaptando cada proceso a las necesidades únicas de cada adolescente. Combino la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) para transformar pensamientos y conductas poco saludables, la psicoterapia humanista para potenciar el autoconocimiento, y el enfoque sistémico para mejorar la comunicación familiar y social. Además, incorporo técnicas de regulación emocional y mindfulness, que ayudan a reducir el estrés y fomentar la estabilidad emocional.
Cada adolescente es único. Mi compromiso es brindar un acompañamiento personalizado que promueva su confianza, autonomía y bienestar emocional, dotándolos de herramientas prácticas para afrontar los desafíos de esta etapa con seguridad y tranquilidad.
¿En qué puedo ayudar a los adolescentes?
Ansiedad, ataques de pánico o miedos intensos
Depresión, cambios bruscos de ánimo y desmotivación
Baja autoestima, inseguridad y falta de confianza
Autolesiones o pensamientos relacionados con el suicidio
Estrés académico, presión escolar y falta de concentración
Problemas de sueño, cansancio o agotamiento constante
Impulsividad, dificultades para manejar la frustración y falta de autocontrol.
Regulación emocional complicada: enojo, llanto, explosiones emocionales
Sentimientos de soledad, vacío o aislamiento social
Uso excesivo de pantallas, redes sociales o videojuegos
Consumo de alcohol u otras sustancias
Trastornos de la conducta alimentaria (TCA)
Conflictos familiares, problemas de comunicación o relaciones tóxicas.
Bullying y ciberbullying.
Dificultades para socializar o integrarse en grupos.
Dependencia emocional en pareja o amistades.
Crisis de identidad, búsqueda de sentido y propósito personal.
Dudas sobre orientación sexual o de género.
Presión social y comparación constante con los demás
¿En qué consiste la terapia?
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Evaluación integral (1 hora)
Comenzamos con una primera entrevista individual con el/la adolescente en un espacio seguro y de confianza, donde pueda expresarse libremente. Luego realizo un encuentro con la familia para obtener una visión completa de la situación. -
Diseñamos un plan personalizado con objetivos claros y frecuencia de sesiones adaptada a las necesidades del adolescente. Al inicio, recomiendo encuentros más frecuentes (semanales o quincenales) para un acompañamiento cercano.
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Cada sesión dura aproximadamente 50 minutos. Trabajo con técnicas basadas en evidencia (TCC, terapia sistémica, mindfulness, regulación emocional) para brindar herramientas prácticas y eficaces. Creamos un espacio de confianza que favorece la comunicación, la autoestima y la adquisición de nuevas habilidades.
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A medida que el adolescente progresa, ajustamos la frecuencia de las sesiones para consolidar los logros y acompañar su evolución. El seguimiento permite detectar a tiempo nuevas necesidades y mantener un proceso terapéutico estable y continuo.
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Cuando los objetivos terapéuticos se alcanzan, realizamos un cierre planificado, asegurando que el adolescente y su familia cuenten con las herramientas necesarias para continuar de manera autónoma, manteniendo el bienestar emocional y la seguridad adquiridos.
¿Como actuar cuando un adolescente no quiere ir terapia?
Es normal que muchos adolescentes se muestren reacios a comenzar un proceso psicológico. Pueden sentir miedo, inseguridad o rechazo a hablar de sus emociones, y esto suele generar preocupación en sus familias. Sin embargo, es importante entender que la terapia no es un castigo ni una obligación: es un espacio seguro, confidencial y libre de juicios pensado para ayudarlos a comprender lo que sienten y aprender a manejarlo de una manera más sana.
Una forma de motivarlos es involucrarlos en la elección de su psicólogo/a. Darles voz y participación les brinda autonomía y les permite sentir que son parte activa de la decisión, lo que refuerza la confianza en el proceso. También puede resultar útil comenzar con una primera sesión familiar, menos intimidante, que les permita conocer cómo funciona la terapia y comprobar que se trata de un entorno cercano y de apoyo.
Recordá que la resistencia inicial no significa falta de necesidad. Al contrario, suele ser una señal de que el adolescente está atravesando un momento difícil. Con el acompañamiento adecuado, la terapia puede convertirse en un recurso clave para que aprenda a gestionar la ansiedad, la tristeza, la ira, la presión social o los conflictos familiares, recuperando seguridad en sí mismo y fortaleciendo sus vínculos.
Si tu hijo/a no quiere ir a terapia, no estás solo/a: con paciencia, empatía y el acompañamiento correcto, es posible abrir la puerta a un proceso de crecimiento y bienestar.